El segundo día en Shanghai también amanece muy nublado aunque apenas si caerán algunas gotas a los largo del día.
El programa del día tiene dos partes distintas la visita a Zhu Jia Jiao y a la Plaza Jin Mao.
Salimos de la ciudad en dirección oeste y nos dirigimos al distrito shangalés de Zhu Jia Jiao, una pequeña villa antiguamente de pescadores y campesinos que hoy está transformada de cara al turismo con múltiples comercios artesanos y casas museo, que dan una idea de cómo ha sido la vida en el país en tiempos no muy lejanos. El recorrido incluye un pequeño paseo en una barca por los canales. Es el lugar adecuado para caer en la tentación de comprar souvenirs y caemos repetidas veces. Por supuesto aquí también hay regateo pero es muy diferente al de las tiendas de Pekín o a los mercados de Shanghai, que también los hay.
Terminada la visita a esta aldea del siglo pasado volvemos al corazón de Shanghai al siglo XXI a la parte más moderna del nuevo Shanghai. Volvemos a cruzar el gran río Huangpo, ahora por uno de los tres enormes puentes que unen Pudong y Puxi, las en dos partes de la ciudad. Comemos en un restaurante junto a la Perla de Asia el famoso pirulí de tres bolas. Coincidimos con la celebración de una boda local en el Salón y deseamos suerte a los novios.
Tras la comida nos dirigimos a ver la ciudad desde todo lo alto del próximo edificio Jin Mao situado junto al tercero más alto del mundo en la actualidad. Pronto Shanghai contará con el más alto porque ya se construye la Torre Shanghai que ya está pintada en los carteles de la ciudad y simulada en las guías, cartelería y postales.
El vuelo hacia el piso 88 es rápido. En menos de un minuto llegamos a la zona superior del edificio que en más de la mitad de sus plantas es un hotel de lujo. Desde arriba podemos darnos cuenta de las verdaderas dimensiones de este monstruo en el que viven 15 millones de personas de los que se calcula que casi dos millones son población flotante de toda China y de todos los rincones del mundo.
Al bajar pasamos por la puerta del Acuario que tiene fama de ser uno de los más grandes y mejores del mundo (tiene 5 pisos y un túnel de 155 metros). Desde aquí cruzamos el río Huangpo de nuevo y nos dirigimos justo en frente de donde hemos visto la ciudad desde arriba. Vamos a pasear por el Malecón y por el Bund. En el paseo del Malecón es difícil hacer una foto sin que salgan 3.000 chinos y por el Bund, es sábado, y hay que ir esquivando gente por las calles comerciales de este “barrio chino” que no parece ni un “barrio chino” ni parece chino.
Juan nos dice que tiene que cumplir con la agencia de viajes y llevarnos a un centro oficial de venta de perlas pero que no hay compromiso. Hacemos una visita rápida, vemos perlas de todos los colores, conocemos un poco del proceso industrial de producción de estas perlas de acuicultura dulce y nos vamos, sin comprar.
Volvemos pronto al hotel y aprovechamos para ir a darnos un masaje. Juan ha hecho gestiones por teléfono y hay salas de masaje con precios a la mitad que en el hotel. Nos reserva en uno en el mismo distrito de Pudong, cercano relativamente al hotel. Una hora 110 yuanes, masaje por todo el cuerpo. Quedamos como nuevos, regresamos al hotel y tras un baño nos vamos a pasear, cena ligera y una copa por la zona europea. En el pub actúa un grupo filipino (los latinos de Asia) que debe ser muy famoso y nos encontramos con Jorge un joven empresario mejicano que lleva varios años en China aunque sólo un par de semanas en Shanghai donde se ha trasladado con su novia china. Nos pone al día del momento que vive esta parte de China y nos da algunas sugerencias para nuestro último día que tiene programa libre. Nos facilita su móvil por si hay algún problema y su correo electrónico ya que me ha visto la blackberry y puede ser útil en situaciones urgentes.
El programa del día tiene dos partes distintas la visita a Zhu Jia Jiao y a la Plaza Jin Mao.
Salimos de la ciudad en dirección oeste y nos dirigimos al distrito shangalés de Zhu Jia Jiao, una pequeña villa antiguamente de pescadores y campesinos que hoy está transformada de cara al turismo con múltiples comercios artesanos y casas museo, que dan una idea de cómo ha sido la vida en el país en tiempos no muy lejanos. El recorrido incluye un pequeño paseo en una barca por los canales. Es el lugar adecuado para caer en la tentación de comprar souvenirs y caemos repetidas veces. Por supuesto aquí también hay regateo pero es muy diferente al de las tiendas de Pekín o a los mercados de Shanghai, que también los hay.
Terminada la visita a esta aldea del siglo pasado volvemos al corazón de Shanghai al siglo XXI a la parte más moderna del nuevo Shanghai. Volvemos a cruzar el gran río Huangpo, ahora por uno de los tres enormes puentes que unen Pudong y Puxi, las en dos partes de la ciudad. Comemos en un restaurante junto a la Perla de Asia el famoso pirulí de tres bolas. Coincidimos con la celebración de una boda local en el Salón y deseamos suerte a los novios.
Tras la comida nos dirigimos a ver la ciudad desde todo lo alto del próximo edificio Jin Mao situado junto al tercero más alto del mundo en la actualidad. Pronto Shanghai contará con el más alto porque ya se construye la Torre Shanghai que ya está pintada en los carteles de la ciudad y simulada en las guías, cartelería y postales.
El vuelo hacia el piso 88 es rápido. En menos de un minuto llegamos a la zona superior del edificio que en más de la mitad de sus plantas es un hotel de lujo. Desde arriba podemos darnos cuenta de las verdaderas dimensiones de este monstruo en el que viven 15 millones de personas de los que se calcula que casi dos millones son población flotante de toda China y de todos los rincones del mundo.
Al bajar pasamos por la puerta del Acuario que tiene fama de ser uno de los más grandes y mejores del mundo (tiene 5 pisos y un túnel de 155 metros). Desde aquí cruzamos el río Huangpo de nuevo y nos dirigimos justo en frente de donde hemos visto la ciudad desde arriba. Vamos a pasear por el Malecón y por el Bund. En el paseo del Malecón es difícil hacer una foto sin que salgan 3.000 chinos y por el Bund, es sábado, y hay que ir esquivando gente por las calles comerciales de este “barrio chino” que no parece ni un “barrio chino” ni parece chino.
Juan nos dice que tiene que cumplir con la agencia de viajes y llevarnos a un centro oficial de venta de perlas pero que no hay compromiso. Hacemos una visita rápida, vemos perlas de todos los colores, conocemos un poco del proceso industrial de producción de estas perlas de acuicultura dulce y nos vamos, sin comprar.
Volvemos pronto al hotel y aprovechamos para ir a darnos un masaje. Juan ha hecho gestiones por teléfono y hay salas de masaje con precios a la mitad que en el hotel. Nos reserva en uno en el mismo distrito de Pudong, cercano relativamente al hotel. Una hora 110 yuanes, masaje por todo el cuerpo. Quedamos como nuevos, regresamos al hotel y tras un baño nos vamos a pasear, cena ligera y una copa por la zona europea. En el pub actúa un grupo filipino (los latinos de Asia) que debe ser muy famoso y nos encontramos con Jorge un joven empresario mejicano que lleva varios años en China aunque sólo un par de semanas en Shanghai donde se ha trasladado con su novia china. Nos pone al día del momento que vive esta parte de China y nos da algunas sugerencias para nuestro último día que tiene programa libre. Nos facilita su móvil por si hay algún problema y su correo electrónico ya que me ha visto la blackberry y puede ser útil en situaciones urgentes.
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